en
el fondo
de
una calle
abandonada
y seca
se
escucha el crujir
de
unas cuantas ramas,
pasos
en falso y ternura escondida de una ciudad salvaje
es
así: andar por estas calles, asombrado,
es
exponer tu cabeza a la trayectoria de una bala perdida
que
bien podría llevar tu nombre
signos,
sangre, entorpecidos cuerpos que se desconocen
la
violencia al otro lado de la puerta, respirando…
envalentonado,
o quizá torpe
decido
creer una vez más, en la belleza.
me
dejo llevar por los contrastes turbios de mi barrio
pienso:
¿cómo
puede germinar algo entre tanto cadáver?
palpo
mis paredes de cristal
(éstas
que rara vez me dejan respirar tranquilo)
y me
pregunto
y
destruyo
y
dejo la imaginación sonar como un latigazo sobre el silencio
mis
pies dejan de tocar la tierra.
cada
forma me parece a la vez extraña y familiar
y
entonces, imagino el mundo entero
como
una sala vacía, abandonada y oscura.
como
un anfiteatro segundos antes de que
el
alba llegue y cada uno haga su papel
somos
el telón, el público y el actor, todo a la vez.
me
difumino entre esas tres figuras
y
camino bajo el umbral extraño del absoluto
y
ahí, mi lengua se entumece, porque entonces
las
palabras nunca serían suficientes.
me
siento como un archivo digital
que
flota entre montones de basura por Internet
me
siento como una página en blanco
siempre
apunto de llenarse
y
de repente, me prendo fuego
para
gritar todo lo que me oprime el pecho.
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