Nuestros corazones
eran bombas Molotov
y los lanzábamos en
la oscuridad
esperando incendiar la noche.
Todo lo que escuchábamos
eran las mechas que se apagaban,
un estruendo tras otro
y luego un vacío
infinitamente silencioso
infinitamente solitario
Nos quedábamos sin luz
y sin calor,
pero seguíamos viendo
ese desfile a nuestros costados
Tantos jóvenes queriendo un incendio,
buscando un incendio,
soñándolo.
Nos hincamos, no para rezar,
sino para tomarnos de las manos
y así evitar morir de frío
y las botellas seguían estallando
como luciérnagas furiosas
en la nada.