este poema lo estuve cuidando todo el verano.
nació un día cualquiera, no recuerdo la fecha exacta,
afuera había un calor insoportable y los hijos de mis vecinos
gritaban y reían, jugando en su piscina infantil
como si afuera no se acabara el mundo.
mi camiseta estaba humedecida por el sudor
y entre mis labios yo murmuraba estas palabras.
luego, sobrevino lo que siempre ocurre:
la cotidianidad me tragó de cabeza hacia el vacío
y por mis dedos ya no volvieron a resbalar
las palabras.
hoy,
entre facturas y papeles viejos, lo volví a encontrar,
intacto y fresco con su fragancia de tiempos pasados.
lo había arrugado y tirado a la basura
sin pensar,
sin darme cuenta
que eventualmente
lo necesitaría para volver a respirar,
para sentir —por fracciones de segundo—
el viento perdido del verano.